En los 70 – 80 se hicieron un gran número de giallos de los cuales, un gran porcentaje, poseían una calidad baja o muy baja. No obstante, bien sea por el número o la originalidad de los asesinatos, los desnudos y la calidad de las mozas que los llevaban a cabo o, incluso, por la mala interpretación de los actores, siempre encuentras una justificación para perder parte de tu tiempo de ocio en este tipo de producciones. Lamentablemente, también hay algunas que no tienen nada (o casi nada) que justifique su visionado. Este es el caso.
De una película de Rocío Dúrcal no debería de haber esperado mucho. A esta mujer nadie le puede negar su calidad artística como cantante pero como actriz es otra historia. Aún así, la película cuenta con la presencia de un gran actor como era Fernando Rey lo que le daba una supuesta calidad. A este monstruo de nuestro cine hay que añadir que salen nazis, y que eso siempre mejora una obra sea cinematográfica, literaria o de cualquier otro tipo de arte. Si El Lago de los Cisnes tuviera nazis, la gente acudiría en masa a verla (o por lo menos yo).
No voy a desarrollar mucho la crítica ya que no vale la pena con esta cinta.
La historia nos habla de Úrsula (Rocío Dúrcal) una joven alemana que está estudiando en la universidad y que acude a la casa de una familia de clase media para el cuidado de los hijos. La familia está formada por una mujer, que únicamente está pendiente del cuidado de su jardín, su marido experto en arte egipcio, unos niños gemelos, una jovencita y un adolescente, con una marca en la cara que le acompleja, llamado Jean Cloude (John Moulder-Brown). Este último acabará enamorando de la joven.
Al principio de todo se nos indica, mediante un flashback, que el cabeza de familia fue anteriormente un nazi que, ante el riesgo de ser atrapado, decide quitarse la vida junto a su familia. Así, mata a sus hijos pequeños y a su mujer embarazada pero después no tiene el valor para pegarse un tiro y escapa. Durante su fuga tiene un accidente que le hace perder la memoria. Ya en la época actual (bastantes años después) publica libros sobre Egipto esperando que alguien reconozca en la foto de contraportada su cara
Tras una introducción prometedora nos encontramos con minutos y minutos de conversaciones superfluas, situaciones absurdas y paseos de un lado a otro sin sentido. Todo es aburrido y leeeento.
Aparecen personajes que casi no aportan nada a la trama como el detective que sólo sirven para llenar minutos de película y hacerla más insufrible de lo que ya.
Las actuaciones son bastante simplonas aunque lo achaco más a un mal guión que a la calidad de sus actores. Fernando Rey se pasa toda la película de mala leche, (me imagino que por darse cuenta del desastre en que se había metido). gritando y discutiendo. La actriz que interpreta a su mujer, Delphine Seyrig, una competente actriz francesa, parece que está puesta todo el tiempo y a los niños les dijeron que corretearan e hicieran lo que quisieran mientras los grababan.
Hago un spoiler aunque podéis leerlo ya que no creo que aguantéis toda la película y es algo que cae de cajón. Al final todo se reduce a una venganza por parte de la chica por no sé muy bien qué (en esos momentos ya casi había desconectado totalmente) que se carga a casi toda la familia salvo al padre y al chaval marcado al cual, para compensar, le echa un polvo final como disculpa. Tremendo.
En resumen, es un bodrio con ínfulas de película de personajes con pocos asesinatos que para colmo, salvo en el caso de uno, son más bien accidente. Las actuaciones rozan el mínimo, los diálogos son raros y sin sentido y la historia es inexistente. Para colmo el final es de chiste..No vale la pena perder el tiempo con ella.
Como curiosidad destacar que el joven que interpreta a Jean Cloude es el protagonista de la genial “La Residencia” y que el director, Pierre Grimblat, fue productor de varios episodios de la fenomenal serie erótica de los 80 – 90, La Serie Rosa.
NOTA FINAL: 2